Los niños aprenden de sus padres

Los niños aprenden de sus padres no solo a hacer diversas cosas desde lo concreto, sino desde lo socio emocional, desde gestos, tonos de voz, formas de expresarse, a relacionarse, a interactuar, a resolver situaciones complejas, a reclamar, a defenderse, a argumentar, y muchas otras cosas más, incluso modos de manejo de emociones e impulsos. Son aprendizajes que tienen mucha fuerza y se instalan en su personalidad.






Si los hijos están expuestos a situaciones de falta de sinceridad o falta de respeto, por mucho que se le hable de la importancia de decir la verdad o se le explique que deben respetar, se genera confusión e inconsistencia entre el discurso y el actuar. Tenderá a ser más fuerte el modelo de la actuación de los padres que el de las palabras.

Es importante que exista coherencia entre lo que dicen los padres, lo que hacen, y lo que piden a los hijos, porque -de lo contrario- se exponen a perder espacio y valoración como autoridad.

Entonces:

•    Los hijos imitan las conductas de los padres. “Un ejemplo vale mil palabras”.
•    Ser modelo de los hijos no es una tarea fácil, es un proceso permanente, en el que se pueden hacer ajustes, mejoras y cambios, para tener comportamientos y hábitos adecuados que pueden transmitirse a los hijos. “Lo que hagan tiene un impacto positivo y negativo“.
•    Si se dan situaciones complejas y acciones equivocadas por parte de los padres, no significa que no se puedan reparar y superar, es más, partiendo del reconocimiento del error los hijos aprenderán a corregir, y hay tiempo para conversar y analizar cada situación.